lunes, 4 de enero de 2016

4 de Enero...

Disculpen, no había tenido el suficiente tiempo para la primera entrada del año. Muchas gracias por sus lecturas. 

De tantas veces que hemos caído y nos hemos levantado, da miedo volver a intentarlo porque sabemos que de alguna u otra manera volveremos a caer, hincados, lastimados en lo más profundo de nuestro ser. Entonces, ¿por qué lo volvemos a intentar si sabemos el resultado?

Como humanos, sabemos que debemos seguir luchando a pesar de caer y rompernos en mil pedazos, como humanos sabemos que si nos rompimos en mil pedazos tenemos que levantarnos y unir cada uno de ellos. El verdadero problema es que ya no somos humanos, dejamos de serlo hace miles de años por la sencilla razón que ahora somos marionetas del destino. Ya no trazamos el nuestro propio, a veces por cobardía decidimos seguir por el camino que ya existe, en lugar de ir por el sendero que nosotros mismos podemos ir construyendo cada día.

Sé que luego de caer, da miedo volver a levantar el vuelo. Si dijera que eso no es así, estuviera mintiendo, y acepto que he sido cobarde al darme por vencida. Una vez ya lo hice, y ahora me arrepiento como nadie por haberlo hecho. 


En ésta vida todo lo que existe de alguna manera da miedo. Da pavor el amor, ya que no sabemos si saldremos sonriendo como entramos; da terror una labor de parto, da miedo el futuro incierto. Tenemos miedo por todo, aunque no sepamos reconocerlo.

Por más que duela, aunque así cada intento te haga llorar, gritar e intentar dejarlo todo por la paz, no debemos permitir que eso nos mueva los hilos. Por qué honestamente, pesa demasiado darte por vencida/o. Te das cuenta que fuiste un cobarde al momento que ves lo que tanto anhelabas tener. Duele cuando dices “Hasta aquí llegue”, pero duele más, voltear a ver y darte cuenta que todo aquello maravilloso está en otro lado y no en el tuyo.